Panorama irreal hacia Berrotza
Es un placer traer este precioso artículo de Santiago Yaniz Aramendia publicado en Deia.
En Nafarroa abundan los paisajes de alta categoría y éste también lo es. Apenas unas agujas de roca, formadas gracias a la erosión y conservadas merced a la materia resistente de las areniscas que las constituyen, apenas unos peñascos y el capricho se produce. Compiten con los panoramas que dominan, toda la comarca de Berrotza, la sierra de Kodes en el horizonte, disputan el cielo con la cúpula barroca de San Gregorio Ostiense y enseñan rincones insospechados al viajero de carretera y coche.
Nosotros vamos a pie desde la localidad de Mues. Una vieja leyenda cuenta que este pueblo quedó maldito por un caminante que habiendo pedido hospedaje a sus vecinos no encontró dónde pasar la noche a cobijo. No tuvo otra respuesta que marchar maldiciendo: «Mues, muesaja, en cada casa una raja, en casa del alcalde la más grande y en casa del cura la más oscura» y dicen que a esto se deben las abundantes grietas que sufrieron siempre los edificios de esta aldea.Pero sobre Mues se elevan sus monolitos, peñascos de areniscas bellos y atractivos para el viajero que rueda sobre la ruta de la Berrotza en busca desde Urantzia -Los Arcos- el valle del Ega. Sobre esta se imponen y el camino lleva inevitablemente desde Mues por las socarradas laderas de la colina donde se levanta también el monasterio de San Gregorio Ostiense.
Donde el tiempo se detiene. Iniciamos camino a la espalda del pueblo, buscando una pista agrícola que zigzaguea hacia la colina y en ella podremos localizar un difuso en ocasiones balizaje de sendero local. Siguiendo la pista trazaremos un semicírculo para alcanzar rápidamente el rellano donde se instala el pequeño templo de la Virgen de la Cuesta. Desde allí vigilan los abuelos de Mues lo que pasa por el valle, en las horas de tomar "la fresca" reposan allí su tiempo mientras la vida sucede abajo a toda velocidad. Lo mismo puede hacer el viajero a poco que se aposte al costado del muro oeste. Allí se le pasarán sin querer los minutos mientras escudriña el horizonte que ahora enseña ya toda la sierra de Kodes. Hay que seguir camino, por la pista que nos ha traído, sorteando algunas espectaculares rocas caballeras allá donde el barranco se hace más seco y recibe el nombre de Cubilla. El balizaje trepa por allí, el lugar de menor pendiente, para ir al encuentro de la basílica de San Gregorio; pero no es el lugar más interesante, mejor avanzar por la pista que llanea para bordear la cresta que desciende de los monolitos. Entonces los contemplaremos en su cara más altiva. Y ahora podemos hacer camino silvestre, campo a través por la cresta, o retornar al barranco. Todo es posible con tal de apreciar un mínimo la aventura.Cuando se ha coronado el resalte a caballo entre la basílica y los monolitos queda la libertad de optar por uno u otro objetivo con prioridad, porque los dos son obligatorios. Como asomarse al monolito mayor y sentirse pájaro al mirar a las ondulaciones de las tierras cerealistas de la Berrotza.
Escudriñar todos los pies de las rocas, caminar sus vericuetos para encontrar la mejor foto es destino de viajero, pero también sentarse allí y mirar largamente pasar el tiempo o las nubes.El sendero balizado da una larga vuelta hasta Sorlada, la población situada bajo San Gregorio y que enseña recias casas en piedra roja al visitante. Después, por su calle mayor se recorre la base del peñasco de San Gregorio para pasar junto a las ruinas del molino del Congosto atravesando más tarde la carretera en busca de la ribera del río Odrón, por la que una pista agrícola nos devuelve a Mues.Puedes buscar las rajas de la leyenda en Mues, pero lo mejor está allá arriba, entre sus monolitos.
Santiago Yaniz Aramendia
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