2007-10-11

Pinceladas y sentimientos de la noche más larga


Son las 7,30h de un sábado de verano (30-07-06). Después de estar un rato en el huerto, cojo el quards y me dirijo hasta mataverde.
En el mismo corazón de este paraje pierdo el control de la máquina.,
Con la mala suerte de que el quards me cae encima con gran violencia.
Siento un fuerte impacto en la zona lumbar. Mi primera sensación es de que todo termino. En segundos desfila pro mi mente recuerdos de toda la vida,
(mujer, hijas...) clavo la mirada en mis queridas peñas de nazar que desde allí se veían majestuosas y siguiendo con la aglomeración de imágenes que se agolpan en mi cabeza, me despido de ellas. Transcurridos unos segundos,
me incorporo en intento darle la vuelta al quards ( estaba a 2 ruedas).
Pero tras dos intentos y sentir toda la zona lumbar muy afectada opto por desistir para no convertir mis lesiones en irreversibles. Me “acomodo” al lado del vehículo y empiezo a tocar la bocina por si alguno del pueblo lo oyera. Desde que sufrí el accidente hasta la noche transcurrieron dos horas de luz. L tarde era templada y muy luminosa. Aquel paisaje que tantas veces me había reconfortado anímicamente ( corriendo, en bici, cazando) ahora me parecía insólito y algo irreal aun reconociéndolo la magnitud del marco. Cada 3 o 4 minutos tocaba insistentemente la bocina, sentida tan de cerca por mis sentidos pero tan lejos de mi hipotética salvación. Estos intervalos de ruido eran rotos por unos interminables y nunca mejor dicho sepulcrales silencios. A veces rotos por el canto de algún pájaro que merodeaba por los alrededores. La penumbra, que iba ganando terreno ala luz, conquistaban el manto boscoso desde las mismas raíces de las peñas de costalera. Ya llevo tiempo que mis movimientos son prácticamente nulos y los pocos que puedo realizar son tras grandes sufrimientos. Sobre las 12 de la noche ya me conciencio de que tengo k pasar toda la noche. La noche es templada y clara con la luna llena y un millón de estrellas. Son fiestas de Ubago y la música
“ bacalao” me acompañaría toda la noche seguía tocando la bocina intermitentemente hasta las tres de la mañana, que se acabo la batería. Transcurrió la noche y las horas de inmovilidad y el frió estaban mermando psicológica y físicamente todos mis recursos. La vestimenta que llevaba era la menos apropiada para hacer frente a la frescura de la noche ( un pantalón corto y camiseta de manga corta). Por lo que con mucha dificultad y sin mover las piernas, pues cada centímetro de movimiento de cintura para abajo era un autentico calvario. consigo desmontar el asiento del quards, moviendo unicamenente los brazos, con la idea de amortiguar el frió que iba aumentando progresivamente la noche transcurrió muy lenta, no sabia que ora era no llevaba reloj. La música de Ubago, se seguía oyendo a la perfección recordándome las dos facetas de la vida: la alegría y la tristeza.
Destacar el tiempo que pase contemplando el firmamento, recalcando la cantidad de cometas y aviones que vi pasar por encima mío. Aprecie como nunca el carro de Santiago y su distinta posición a lo largo de la noche, la vía Láctea se distinguía con gran nitidez.
Otra parte del tiempo lo paso con mucha angustia: recordando ala familia, y valorando mis lesiones.
Me veía camino de Toledo. Llegue a arrancarme pelos y a pellizcarme las piernas por ver si las sentía. Luego pensaba también que controlar mis esfínteres ( orine tres veces) me reconfortaba pensando que se podía descartar una lesión medular completa, otra de mis grandes preocupaciones, era de que tuviera algún órgano interno tocado y tener una hemorragia interna. Tampoco podía quedarme dormido por miedo a entrar en coma ( aunque nunca tuve sueño).
Conforme transcurría el tiempo el frió era mas acuciante siendo al alba cuando mas lo sentí. Fue durante esos dos o tres que me entretuve masajeando sobre todo el brazo y pierna izquierda que estaba mas expuesta ala brisa que venia, otra vez, de mi siempre añorada costalera ( tantas veces ensalzada en mis tertulias y hoy me estaba jugando una mala pasada).
Por fin amanece, un gran acontecimiento para mi, puesto que estaba desorientado con el horario al no llevar reloj. Y la única referencia que tenia la música de Ubago acabo muy tarde aun con la penumbra.
Transcurridas unas 3 horas del amanecer, me parece oír un ruido de motor, al principio lejano luego mas cercano y el ruido se hace realidad. Pero en vez de coger mi camino se dirige dirección al puerto. Otra vez oigo el ruido mas cercano por lo que empiezo a gritar y a pegar con la “azada” en la parrilla del quards. Los que venían en mi busca me oyen y no tardan en llegar a mi lugar, el encuentro para mi es muy agradable. En el rostro de los que por allí pasan ( Jaime, José Miguel, Crispín, bilbo...) se refleja el momento de ansiedad incertidumbre que ellos también han pasado. Luego llegaría mas gente ( se había movilizado todo el pueblo). Entre ellos mi hermana Rosario, al abrazarme nos emocionamos y refleja también en su rostro el mal rato que ha pasado. El frió que siento es muy intenso y los allí presentes me arropan con dos cazadoras y un poco mas tarde con una manta. A la hora mas o menos aparece una ambulancia de los bomberos de Estella.
Tras los primeros auxilios de la Médico Rosa y su ATS me trasladan después de inmovilizarme con un colchón neumático y tratarme con el sumo cuidado hasta el hospital de Estella.
El trayecto se hace muy largo porque al minino movimiento veo otra vez todas las estrellas de la noche pasada, el conductor asesorado por la Médico y el otro compañero, de “ Abarzuza” coge los baches con sumo cuidado.
Escribo estas líneas postrado en la cama de mi casa.
Estuve 15 días ingresado en el hospital de Estella y aquí llevo 40 días sin poder ponerme de lado y no se cuando dejare de mirar al techo...

Hoy casi 14 meses después totalmente recuperado me e decidido a colgar estos sentimientos en la red en agradecimiento a todos los que se preocuparon por mi salud en especial a esposa e hijas.

José Javier Luzuriaga