Iturriaga - Mirafuentes
Zona habitada desde antiguo como lo demuestra el poblado neolítico cercano, Villa gracias al fuero concedido por Teobaldo I el año 1236. Mirafuentes, pueblo histórico, clave en la historia de la Berrueza y de toda Navarra, si tenemos en cuenta los acontecimientos poco conocidos y mucho menos divulgados que sucedieron a principios del siglo XVI. Los pobladores de Mirafuentes, y algunos otros pueblos de la Berrueza eran súbditos directos del Mariscal Pedro de Navarra, áquel que fue derrotado por las tropas castellanas, detenido y encarcelado en la prisión de Simancas (Valladolid) donde murió, áquel al cual el rey Fernando el Católico le ofreció su libertad a cambio de renunciar a la independencia de Navarra. Libertad que nunca gozó, ya que el precio puesto por los castellanos (renunciar a la libertad de Navarra, convertir al Reino de Navarra en un trozo más de España) para Pedro de Navarra era mucho más importante que su propia vida. (Qué diría ahora nuestro mariscal, qué pensarían nuestros antepados, nuestros tartarabuelos ante la postura adoptada por los políticos de UPN –que son los que mandan, los que gobiernan-, que defienden e intentan que cada día la identidad navarra se identifique un poco más con el resto de las provincias del Estado español, y van arrinconando cada día la propia identidad navarra).
Los pobladores del valle de la Berrueza no tuvieron mejor suerte que su jefe, perdieron sus bienes, haciendas, fueros; acabaron sometidos a las costumbres y lengua de los dominantes.
En Mirafuentes existió un palacio-castillo-fortaleza, baluarte de la defensa contra las tropas castellanas. –Todavía se pueden ver los restos del palacio que fue en su día- Destruido por mandato del Gobernador de Navarra, el Cardenal Cisneros, que no contento con el desmoche y destrucción de todas las casas fuertes, entre ellas el palacio de Mirafuentes, encarceló a nobles, asesinó a jornaleros, dejó sin haciendas a labradores.
Mirafuentes hasta antesdeayer estampa típica de un pueblo rural de la Navarra Media de Tierra Estella. Cerdos sueltos revolcándose en los “reajos” del pueblo, las gallinas y pollos picoteando, y corriendo de un lado para otro, caballos, machos y mulos atados a las “estacas”. Los “pajugeros”, monstruos gigantescos de paja picada, cúpulas redondeadas, pirámides amarillas, gigantes inmóviles. Las “gavilleras”, cada casa la suya. Los “cemorales”, un poco más apartados. Las “eras” redondas, bien cuidadas. Terrenos comunales, propiedad del municipio, pero de uso privado, heredados de padres a hijos, junto a la casa, el mote, y muy poco más.
Ayer, compañero de andanzas, sufrimientos, trabajos y juergas con los pueblos del valle: Ubago, Nazar, Cábrega, Asarta, Mendaza, Piedramillera, Sorlada, Mues... Pueblo que ha mantenido las mismas costumbres, los mismos cantares, el mismo habla, la misma manera de pensar y de vivir de generación en generación, testigo mudo de hijos idénticos a sus padres, padres similares a los abuelos, abuelos que no se diferenciaban en nada con los bisabuelos... Esto ha sido Mirafuentes.
Hoy, pueblo bien cuidado, casas señoriales de piedra de sillería blasonadas, escudos de alabastro. Pueblo ganador año tras año de los certámenes de pueblos bellos y adornados de Navarra.
Enfrente de las casas, una vez atravesadas las huertas, el monte bajo de encinas, imprescindible, oxigeno del valle. Siglo tras siglo en peligro. Primero fueron las “roturas”, luego la desamortización, ahora los parques eólicos. Siempre en peligro. Hemos ganado la batalla, recordaremos con orgullo el acuerdo de 20 de diciembre de 1999 del Gobierno de Navarra en el que se desestimó el emplazamiento de la Sierra de Cábrega como parque eólico. Los árboles, la naturaleza, los animales (Conejos, perdices, zorros, jabalis, halcones, azorillos, becadas, malvices, cardelinas, palomas), el paísaje y los vecinos (paseantes en busca de sombra, sosiego y tranquilidad, cazadores, sobre todo los palomeros – los hermanos Leza, en el mes de octubre, cuando todavía trabajaban de albañiles, no había año que no guardasen unas semanas de vacaciones para pasarlas en las palomeras) hemos salido victoriosos frente a los gigantes artificiales de cemento y ácero... Esta batalla por lo menos la hemos ganado.
En Iturriaga, Mirafuentes, como figura año tras año en los carteles de fiestas que los mozos y mozas distribuyen orgullosos por los pueblos de los alrededores podemos contemplar: los huertos regados por el Odrón y el Marana, las casas solariegas, con escudos llamativos y fachadas de sillería, adornados sus balcones con flores, sus fuentes abundantes, el pozo, las balsas, la iglesia de San Román (antigua fortaleza), apartada del pueblo, la tejería, la fragua del herrero, Antonio, la taberna-tienda... Famoso ha sido su palacio-fortaleza, aunque no quede más que una parte de lo que fue. Hoy vivienda de los Chasco.
Todos los pueblos de la Berrueza son semejantes, pero a la vez son distintos. Todos tienen unas cualidades propias. Iturriaga (Mirafuentes) es la envidia de los pueblos de alrededor por su juventud inquieta, que ha recuperado el mayo, puesto en marcha un gaztetxe y hasta echaron del pueblo al cura por no ser del agrado de la filegresía. Mirafuentes y sus habitantes son un pueblo tranquilo, sencillo, de esos a los que no les gusta llamar la atención, pero es de esos pueblos abiertos y en los que se pueden llevar adelante proyectos (sociedad, gastetxea, conferencias culturales...) que en los pueblos de alrededor serían impensables.
Un recuerdo para todos los jugadores de aquel histórico equipo de fútbol creado entre los pueblos de Mirafuentes, Ubago y Nazar. El Hamaika bat, con los jugadores Patxi, Adolfo, Félix... (No es cuestión de nombrar a todos).
Acabo con una anécdota, en Mexico existe otro Mirafuentes, el año 1880 el núcleo de Capulhuac pasa a llamarse Capulhuac de Mirafuentes. Alguno sabrá el porqué de este nombre en México. Yo no. Intentaré enterarme.
Gerardo Luzuriaga
1 Comments:
busco datos sobre el palacio de Mirafuentes yel linaje de los ciordia.
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