2006-10-10

El tres patas

Leyendas vivas del bosque

E STUVO primero en Mendaza y hasta el 15 de octubre se puede contemplar en Viana, de donde pasará a Allo y finalmente estará hasta el 4 de noviembre en Zudaire. Se trata de la exposición fotográfica titulada Reyes del bosque , un interesante trabajo realizado por Susana Domínguez y Ezequiel Martínez en el que recogen varios ejemplares de árboles milenarios. Entre ellos, verdaderas joyas como la olivera de Santa Eulalia del Río en Ibiza, la gran sabina de la isla de El Hierro el tejo de Rascafría en Madrid. Solo una pequeña parte de los ejemplares que fueron conociendo y visitando durante tres años y los 300.000 kilómetros recorridos para ello. De esta exhaustiva selección el único ejemplar de nuestra merindad es la conocida como encina de tres patas, precisamente, en Mendaza que ya fuera declarado monumento natural nº 2 en el catálogo navarro.

Quizás por esa razón sea interesante recordar uno de los senderos por Tierra Estella propuesto y señalizado por el Consorcio turístico del mismo nombre. Se trata de un sendero local que arranca en Acedo muy cerca del camping, alcanza Mendaza y vuelve de nuevo a Acedo. Del recorrido uno va ascendiendo hacia la ermita de Santa Coloma que está situada en la conocida como Peña del Espinazo en las Dos Hermanas. Las vistas sobre la Berrueza, Valdega y Lóquiz son una auténtica maravilla. Precisamente en esta ermita existía la costumbre de que las mujeres embarazadas subieran nueve veces hasta allí en el octavo mes de embarazo, donde rezaban una novena con el fin de conseguir tener un buen parto. El sendero es tierra de setas por donde campa a sus anchas el jabalí. El recorrido tiene su punto álgido cuando uno llega hasta el viejo encino de tronco hueco. Una verdadera pieza de escultura natural que hace 40 años sufrió mutaciones muy importantes en su ramaje por la acción de un vendaval. Posee tres vanos en la base a modo de arcos y dos más en la parte de más arriba que le añaden cierto toque arquitectónico como de capricho natural. Durante años el árbol servía como atalaya de los pastores que custodiaban el ganado desde arriba al resguardo del viento y del sol, al igual que hacía el ganado. Se dice que durante años los animales tomaron la curiosa costumbre de pasar por los huecos inferiores como si lo hicieran por un arco del triunfo cuando regresaban de abrevar de una balsa cercana. La gente del lugar dice que este árbol siempre estuvo igual pero prueba de su fortaleza es que desde 1945 hasta nuestras fechas el diámetro de su corteza ha crecido en 45 centímetros. Y no se crean que el árbol ha permanecido siempre bien custodiado. Durante siglos las podas periódicas han servido para calentar los hogares de esta bella localidad de la Berrueza.Ahora que comienza el espectáculo pictórico del otoño es buen momento para acercarse hasta este monumento a través de la exposición itinerante que recorre estos días nuestra merindad con la misma fuerza y contundencia con que todos los árboles están abrazando su paso hacia el invierno. Pero este paseo conviene disfrutarlo poco a poco.