Árboles
Árboles, arbustos, txaparros y txaras
Tal vez el árbol más viejo y hermoso dentro del pueblo
Sea el nogal de la maestra.
Especial es la encina de los pinotes
Singular
Vigía y cuidador del pueblo
Las raíces se hunden en las rocas
El tronco inclinado hacía el precipicio
Las ramas balanceadas por el aire
Pintoresco es el el moral del Mauricio
Refugio de los niños del pueblo durante las siestas
Resiste a pesar de los daños causados año tras año
Por la quema de los rastrojos
Recuerdo los dos olmos enfrente de lo que es hoy la sociedad
Desaparecieron junto al resto de los olmos navarros
A causa del mal que asoló todo Navarra
El encino de detrás de la iglesia
De bellotas dulces fue cortado para
Ensanchar la carretera de Otiñano
El fuego, que vino de Otiñano
Acabó con el arbol de la Campanilla
Y otros dos encinos preciosos
Que rodeaban el campo de fútbol
Menciono de corrida los árboles del bosque
Infinitos
Cada uno el suyo
Manantial de recuerdos
Personales y colectivos
De esta generación y de las precedentes.
Hubo un tiempo, no lejano, pues yo lo he conocido
Que en muchas piezas, en casi todas que tenían
Unas cuantas robadas había un arbol
Majestuoso, frondoso, grandioso, señorial,
Hasta solemne
Abrigo de los campesinos y a los animales por igual
Desaparecieron con la concentración parcelaria
Y con ellos se fueron sus incontables historias
testigos mudos de los aconteceres de generaciones y generaciones
Familias almorzando, familias sesteando...
Herrikoia
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