2007-05-30

Hauteskundeak - Elecciones



Sólo para que quede constancia hago un apunte de los votos del valle (Mendaza, Mirafuentes, Mues, Nazar, Piedramillera y Sorlada). En total así han quedado: UPN (239), PSN (54) CDN (21) EKA (2) NB (103) IU (8) RCN (5) Nulos (12) Blancos (8).

Es interesantes ver también pueblo por pueblo. Me podría soslayar en demasía; pero solo destaco algunos datos que me han parecido interesantes. En los únicos pueblos que ha tenido la mayoría absoluta UPN (estoy hablando de la votación para el parlamento de Navarra) han sido en Mendaza (130), y el resto de partidos (93); en Mués (47) y el resto (27). En el único pueblo que no ha ganado en votos UPN ha sido en Nazar, que ha quedado empatado con NB. Otros casos curisosos son los (3) votos nulos de Mirafuentes y los (5) de Piedramillera.

El Parlamento de Navarra, queda constituido por las siguientes fuerzas: UPN (22) NB (12) PSN (12) IU (2) CDN (2), nulos 18.285 votos con un 5,3%, blancos 4.569 votos con 1,4%

Se han logrado unos resultados interesantes. Tal vez no tantos como algún medio de comunicación quiere hacer ver, pero más que significativos diría yo.

UPN no disfruta de la mayoría absoluta. La izquierda abertzale a pesar de la ilegalización se mantiene. NaBai consigue unos buenos resultados...

La edil de Villanázar sigue siendo la alcaldesa anterior...

2007-05-24

Tiempos de inquisición



A principios del siglo XVI existió la Santa Inquisición. El número de personas que tuvo problemas con el Santo Oficio fue considerable. El Tribunal de la Inquisición se hizo omnipresente, autores, escritores, impresores, políticos y especialmente habitantes normales y corrientes tuvieron problemas con los poderes de su tiempo. Se quemaron muchos libros, y especialmente no se escribieron infinidad de libros por la presión a la que estaba sometida la sociedad...

Hoy también muchas ideas no se pueden expresar, se censuran de raíz. Es curioso como en muchas páginas de internet de instituciones que deberían estar abiertas a todas las iniciativas, por dejadez, por comodidad o por mala fe, no hacen mención más que a las propuestas, no citan más que los programas de los partidos políticos en el poder, a pesar de tratarse de instituciones oficiales, que se alimentan del poder de todos los contribuyentes. Ni que citar merece el caso de las televisiones y medios de comunicación públicos que han vetado la presencia de los "apestados".

Joarkide

2007-05-08

Hauteskundeak

Aunque no están los tiempos para muchos comentarios. Pues no parece que pinten bastos, si es interesante hacer un recorrido por los pueblos de los alrededores.

Como ya sabréis en Mirafuentes (Iturriaga) no se ha presentado ninguna candidatura.

En Mendaza, Nazar, Piedramillera y Sorlada se han presentado candidaturas independientes.

En Mendaza y Mués se han presentado candidaturas por UPN.

En Azuelo y Mués se han presentado candidaturas de CDN.

Herrikoia

2007-05-07

Escándalo monumental (II)


Cuando los de Altaffaylla Kultur Taldea lanzamos la denuncia pública sobre la forma con la que la Diócesis de Pamplona está registrando a su nombre las iglesias de todo Navarra, sabíamos que con la Iglesia habíamos topado y esperábamos una firme respuesta, quizás con argumentos novedosos que, desde nuestra limitada visión jurídica e histórica, podrían habérsenos escapado.
Grande ha sido nuestra sorpresa al comprobar lo endeble de sus argumentos legales, la falta de explicaciones a lo irregular del procedimiento y la forma de desviar el tema hacia terrenos escabrosos en los que no queremos entrar.

De los seis puntos que respondía el Arzobispado, sólo uno se refería al soporte legal. No hace falta ser jurista para darse cuenta de que el procedimiento utilizado es resbaloso y que está cogido con pinzas. La derogación del artículo 5 del Reglamento Hipotecario, que hasta 1998 prohibía la inscripción de los templos, no presupone que éstos deban inscribirse a nombre de la Iglesia. Perfectamente, con la misma Ley Hipotecaria, pueden hacerlo los ayuntamientos o administraciones públicas, lo cual sería históricamente más adecuado, socialmente más justo y, si nos apuran, moralmente más cristiano.

El artículo 206 de la Ley Hipotecaria, que da a la Iglesia el privilegio (así lo califican muchas sentencias) de inscribir mediante la propia certificación del Diocesano, no exime de la obligación de demostrar la propiedad, cosa harto discutible frente a los Ayuntamientos. Además está bajo sospecha de anticonstitucionalidad, tras algunas sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo basadas en una lógica aplastante: la ley Hipotecaria fue aprobada en 1946 en pleno Estado confesional franquista. De ahí las generosas prerrogativas para la inscripción que concede a la Iglesia. Establecida con la Constitución de 1978 la separación Iglesia-Estado, es decir, en un estado no confesional, es más que cuestionable otorgar al Diocesano funciones de Estado, convirtiéndose en fedatario público para inscribir a su nombre bienes de utilidad pública.

El artículo 206 de la Ley Hipotecaria es pues algo muy polémico y la Iglesia debería palparse mucho la ropa antes de utilizarlo, y menos a mansalva. ¿Que las inscripciones, según la nota arzobispal, han sido efectuadas sin «conflicto ni pleito alguno»? Cierto, y eso es precisamente lo más grave. Que en cientos de pueblos y lugares navarros se hayan privatizado, a cencerros tapados, tantos edificios públicos sin que ni un solo concejal se haya enterado, es un escándalo. Encendida la luz, ya verán cómo a partir de ahora eso no va a ser así.

Pero los discutibles aspectos legales no deben apartarnos de las verdaderos argumentos históricos y morales. Dice el Arzobispado que «el patrimonio de los templos, casas parroquiales y otros lugares de culto ha sido, en gran medida, obra y expresión admirable de las comunidades cristianas de los pueblos, que libre y voluntariamente, y con encomiable esfuerzo, quisieron crear y mantener esas instituciones y servicios». Esto no es del todo cierto. Es verdad que en muchos pueblos, sobre todo pequeños, los vecinos arreglan las iglesias y ermitas voluntariamente, como arreglan la fuente, el frontón y el lavadero. Y el uso continuado de esos bienes por parte de aguadores, pelotaris y lavanderas jamás les dio derecho de escriturarlos a su nombre. Es el auzolan, el trabajo para la colectividad. Y no siempre fue de grado: en muchos lugares el Ayuntamiento imponía el arreglo de la iglesia como medio de acceso al lote de leña o a la parcela comunal. Y lo que no cubría el auzolan se sostenía antes con la Primicia, impuesto municipal bien oneroso, nada de «libre y voluntario».

El pasado domingo, en la Romería de Ujué, (lugar poco adecuado para contestarnos) el propio Obispo afirmó que «los templos son propiedad del pueblo. Los edificaron los creyentes y antepasados nuestros, para sentir con fuerza la presencia de Dios entre nosotros». Nadie duda que fueran obras para el culto divino, pero también lo eran para elegir el Ayuntamiento, para celebrar el batzarre, para informar al pueblo desde el campanario o, en caso de ataque, para disparar desde las aspilleras de las torres. El edificio lo era todo para un pueblo: lo religioso, lo militar, lo político, lo cultural. Hasta lo deportivo, con su frontón paredaño. Todas las actas municipales están llenas de gastos para «sus» iglesias. No conocemos ni un solo acuerdo municipal en que un Ayuntamiento haya hecho dejación de ese padronazgo. Lo de «tiempo inmemorial» o «tradición histórica indiscutible» que alega el Arzobispado para reclamar la propiedad no se sostiene a la vista del libro de actas de cualquier Ayuntamiento navarro. ¿Alguien no nos cree? Pues que haga como Santo Tomás y que palpe: basta una hora en cualquier archivo municipal para comprobar lo que decimos.

Afirma el obispado que «La inscripción de esos bienes patrimoniales se ha hecho, no por motivos lucrativos, sino por razones de legalidad y para una gestión más eficaz, justamente a favor y servicio de las comunidades católicas de nuestros pueblos». ¿Sólo a favor de las comunidades católicas? ¿No fueron levantadas con la aportación de todos? Cuando en un pueblo de la Baldorba arreglan una ermita, ¿no participan todos los vecinos sin distinción de credos? ¿Y qué significan esas «razones de legalidad»? Igual de legal sería si se dejara como estaba. O si se registrara a nombre del Ayuntamiento, como sería lo correcto.

¿Motivos lucrativos? No queremos juzgarlo, todavía. Nos basta con decir que es la mayor operación económica jamás conocida en Navarra. Y por unos valores catastrales irrisorios. Y que algo tan astronómico debe hacerse con conocimiento de los pueblos y sus representantes públicos y no a la chita callando. Y cuesta creer en intenciones no lucrativas, cuando hace sólo tres años el Gobierno de Navarra pagó al Arzobispado 1.679.000 euros (280 millones de pesetas) por «diversos inmuebles afectados por el pantano de Itoiz», esto es, iglesias, ermitas ¡y cementerios! ¿Desde cuándo los cementerios de Itoiz, Artozki, Orbaiz y Muniain pertenecían al Arzobispado? ¿Puede haber algo más comunal que el cementerio de una aldea navarra? Se elige un terreno comunal, en auzolan levantan las cuatro paredes y cada familia cava su fosal. ¿Desde cuándo echar allí cuatro (o cuatro mil) responsos otorga título de propiedad? ¿En qué país vivimos? ¿En qué siglo? ¿Cómo no dudar del destino lucrativo que van a llevar muchos de los bienes ahora privatizados?

Con todo, lo más preocupante de la nota del Arzobispado no es su falta de argumentos sólidos. Ni siquiera esa solapada amenaza a las consecuencias jurídicas de nuestras acusaciones. Lo preocupante es decir que nos hemos metido con el «pueblo de Dios» y utilizar los púlpitos aludiendo a pretendidas «persecuciones». La Historia tiene muy malos recuerdos de ese tipo de sermones.

Nadie acusa aquí ni a la Religión ni a los creyentes, y muchos de ellos nos están apoyando desde el inicio. Que nosotros sepamos, porque así nos lo enseñaron, el «Pueblo de Dios» lo componemos todos, incluso las ovejas descarriadas. Un pueblo que por encima de las ideologías se identifica mucho más con el Jesús humilde que echa a los mercaderes del templo, que con los escribas que merodean por los registros de la propiedad.

Y como prueba de que no teníamos más intención que alertar a los pueblos de sus derechos patrimoniales y comunales, anunciamos que como grupo cultural Altaffaylla nos apartamos de esta polémica y dejamos el tema, y nuestros archivos, en manos de concejales, alcaldes y parlamentarios navarros, así como en las iniciativas ciudadanas que puedan surgir.

José Mari Esparza

2007-05-02

Cuestionario


Doy paso al cuestionario que la nieta Olaia me trae para dar respuesta a preguntas que he de responder. Alegría siento al saber que, al menos en la eskola donde recibe estudios, se preocupan de conocer la vicisitud de nuestras vidas en un minucioso interrogatorio, que sirva de análisis de un tiempo ya ido. El mío, niño de la guerra, ominoso sí, doloroso, de cruel sufrimiento, que parece intención de ser ocultado, no existió, pero en el que conviene entrar a pecho descubierto, rechazar lo de «aquello ya pasó, hay que olvidar», como excusa para exculpar cargos pendientes de su correspondiente purga. Perdimos la infancia y la adolescencia, se ahormó nuestra existencia, como cuerpo de jíbaro.

Pues bien, aquello no pasó, la misma crispación rescatada, las dos banderías mirándose de reojo, a la espera de otro cornetín de órdenes que nos convoque al desastre. Sé que hay episodios igualmente necesarios de recordar de la historia de este país que nos ha tocado en suerte, como son la ignominiosa expulsión de judíos y moriscos, la vergonzosa conquista de América. Pediría que en el programa de estudios hubiese una asignatura obligatoria, sin nota calificadora, que analice, sin pasión pero con rigor, los acontecimientos con los que se ha construido nuestra existencia, dejándola herida y sin curar, fuente de inquietud.

El cuestionario al que respondo es una introspección en aquel tiempo que vivimos cuantos conocimos la guerra y la posguerra. Salvo las únicas interferencias que proporcione el filtro de la «subjetividad», con tanta exactitud expresada por Bergamín, «como no soy objeto no soy objetivo, como soy sujeto, soy subjetivo». Exacto, Don José. Con esta advertencia procuraré resumir cuanto a mí concierne del cuestionario de la nieta Olaia.

La infancia despierta con los primeros días de julio del 36, que vimos como espectáculo, hasta que un camión comenzó a traer cajones con cadáveres de soldados muertos en la trinchera, y conocimos el dolor. Luego oímos de cárceles, fusilados, niños sin padres acogidos a la caridad pública. La escuela fue un recinto al que acudían los hijos de los pobres cuando llovía, o en los fríos del invierno, pues con el buen tiempo trabajaban en el campo, aunque su ausencia se castigaba con un duro de multa. El calendario escolar salpicado de fiestas, Día de la Victoria, de Santa Teresa, del Dolor, de los Mártires de la Tradición, día del Caudillo, día de la Raza, y en un «cuaderno de rotación» se hacían ejercicios para conmemorarlos al pormenor.

Había estricta separación de sexos en la escuela, la iglesia, y en la vida común y los juegos distintos. Los muchachos se entretenían con «los santos», de las cajas de cerillas al palmo con cápsulas de bala, que antes habíamos vaciado en el torno de la fragua, a las canicas, al «veo veo», «a la una andaba la mula»; las muchachas, a los «cabezotes», alfileres con cabeza de cristal coloreado, a las muñecas y a las «prendas».

Sábados de confesión, rosario con la Salve Regina Mater misericordia, incienso, agua bendita en la pila. El domingo a comulgar, sin haber comido ni bebido nada desde la noche antecedente, toque de campanas, misa mayor de tres curas revestidos, música de Perossi en el armonio, una pequeña función de teatro. A la tarde vísperas cantadas en el coro, rezo del santo rosario, y la frecuentación a los oficios religiosos era casi obligación impuesta por las familias de práctica católica, bajo la tutela del párroco. Prohibido trabajar los días de fiesta de guardar, salvo permiso del cura mayor y la alcaldía. Las gentes «de posibles» llevaban cuenta de la asistencia a los oficios, y hacían preguntas casi detectivescas como «quién ha dicho la misa, de qué color era la casulla», lo cual significa que la práctica se cumplía a disgusto. Cuando Pascua Florida, comunión general, a la salida, paso por la cantina a beber cazalla con galleta María, y por la tarde, los ya confesados y comulgados por la mañana, visita en Logroño a la casa de la Catalana, o de la Nieves, en la que el cura del pueblo vecino se había dejado el paraguas el día de antes. Al anochecer del domingo, al cine, ponen película por jornadas, pero hay que pasar por la puerta de la iglesia para conocer la «clasificación: blanca para todos los públicos, roja, mayores con reparos». Si no, paseo calle arriba, calle abajo, y asomarnos al salón de baile a contemplar el «agarrao», y con ello saber quiénes estaban pecando mortalmente.

Los niños llevaban pantalón corto con «gatera» y el paso a la adolescencia,se acreditaba con el pantalón largo, fumar a escondidas y seguir a las muchachas que se pintaban las pestañas con carboncillo.

La información política la recibimos de los maestros que nos recitaban los puntos de la Falange, leían folletos sobre la Formación del espíritu Nacional, Palabras del Caudillo, los rojos eran la anti España, los judeo-masónicos-separatistas. España tenía una misión sagrada en el mundo. Los curas y monjas participaban del entusiasmo del Alzamiento al que llamaban Cruzada, y nos la mostraban como tal. Había disidentes que, carlistas vencedores o republicanos vencidos, coincidían en su desafección al Régimen. La misma guerra nos marcó el alma, marcada la llevamos y tuvimos ocasión de oír, al pormenor a quienes en ella participaron, que contaban, como hazañas narradas con entonación, el paso del Ebro, Gandesa, Belchite, y parecía inverosímil lo narrado. La escasez, la pobreza, el piojo verde transmisor del tifus exantemático, nuestras cabezas y las costuras de nuestras ropas generoso criadero del piojo vulgar, las moscas y sus veinte artilugios para capturarlas, las pulgas, las garrapatas, las ladillas, el escarabajo de la patata, compañeros inseparables de aquel tiempo de penitencia.

Cierro, y si otro día tengo tiempo, humor y sitio, seguiré porque me dejo mucho que contar.
Pablo Antoñana