2008-12-29

Aurelio

Instántanea de Aurelio en las palomeras. Foto enviada por Félix Ibarrola.
Hola usuarios de la página de la Berrueza, soy Félix Ibarrola de Nazar. Ayer a la noche repasando mi album de fotos en el ordenador, encontré esta foto de Aurelio, no he podido menos que colgarla en esta página pues hace ahora 4 años,estaba cazando palomas, su gran pasión. Para él el mes de Octubre era el mes de ocio y de vacaciones, disfrutaba en la palomera haciendo feliz a todo el que estaba a su alrededor, ofreciéndole a todo el que por allí pasaba algo que picar.
Siempre con ánimo y buen humor, nunca perdía la esperanza de que pasasen palomas, eso sí siempre con su bicarbonato para el ardor de estomago y de su cafetera con coñac. Era un personaje increible, amigo de todo el mundo, honrado y sobre todo agradecido. Aún recuerdo el agradecimiento de Aurelio el día que llevamos gambas a la palomera , las preparó buenísimas.....
Podría estar 3 días sin parar de escribir todo lo bueno de Aurelio y con un boligrafo sin tinta escribiría lo malo.

"AURELIO AURRERA"

Siempre estarás en nuestros corazones

Felix

La foto para los que lo conocimos es buenísima. Aunque como era la época de las palomeras, se nota que no se afeitaba hasta el final del paso.Por fin, poco a poco se van viendo aportaciones de los colaboradores y lectores. A ver quién es es siguiente que es capaz de mejorar el mensaje de Félix.Os tengo que decir, que los lectores van cada mes en aumento. La siguiente nota haré un recuento del número de visitantes estos últimos meses.FELIZ AÑO 2009 - URTE BERRI ON.
Gerardo

muy bueno el artículo..........si todavía con la crisis felix deja la obra por la poesía
Jabier

NO VALEIS NI PA HACER OSTIASSSSesa era la frase recurente del bueno de aurelio siempre que entonaba una ranchera y nadie podiamos seguirle,la mitad de las letras de las rancheras que me se las aprendi oyendo cantarlas a aurelio,y cada vez que celebramos algo la cuadrilla de nazar y cantamos lo recordamos siempre,todo el mundo se acuerda de el,es mas yo tengo el absoluto convencimiento de que en el momento que empezamos la juerga,el canto la borrachera,viene y se une a nosotros,siempre acabamos nombrandolo por alguna cosa,algo que nos recuerda a el, un dicho,una cancion,algo,y en ese recuerdo vuelve a nosotros,esta con nosotros.por eso Aurelio Ibarrola perdurara siempre
Ana

2008-12-23

Chiquillerías (III)

Un día el abuelo comenzó a toser, con una tos profunda y continua, había cogido la pulmonía. Por la noche le subió la fiebre hasta casi 40 grados. Al día siguiente no se levantó de la cama. Me pareció ver a los padres preocupados por su salud. A eso de las seis de la mañana el hermano mayor salió a pie a avisar al médico, y aunque ninguno de los hermanos nos enteramos pues para cuando se levantaron para ir a la escuela ya estaba de vuelta, algo extraño nos pareció percibir. Mis hermanos se despertaron y vistieron casi sin meter ruido, tanto que yo no me desperté hasta que ya estaban todos desayunando en la cocina. Nada más salir al pasillo mi madre me dio un beso y me ordenó volviese de nuevo a la cama, pues todavía era muy temprano.

Unas horas más tarde, cuando ya los rayos del sol iluminaban el pasillo, me pareció oír las voces de la madre de Pedro y de otras mujeres del pueblo. Allí estaban en la cocina tomando un tazón de café con leche, y charlando amigablemente. Desde la cocina se oía la respiración fuerte del abuelo. Después de desayunar, me acerqué a su habitación, le agarré la mano, y le di dos besos. Tenía los ojos relucientes, me echó una sonrisa y cerró los ojos por un instante.

De dos saltos me encontré en la calle. Oí el chillido de mi madre. Sin entender nada, le contesté. Si, si mamá a la hora de la comida haré todo. Me reuní con los amigos, nada más llegar me preguntaron por el abuelo. No te preocupes, ya verás como se cura, me comentaron. Serían las once de la mañana cuando vimos subir por la carretera del carbón la vespa del médico.

Hoy el abuelo ha dormido muy bien, oí a mi madre decirle a mi padre. Parece que va mejor la pulmonía. Aquel día estaba mucho más tranquilo y casi no tosía. Cuando me acerqué a la habitación estaba tumbado boca arriba entre las sabanas y mantas alisadas. Me acerqué, y le di dos besos, ni se inmutó, ni tampoco me devolvió la sonrisa de otros días.



Aquel día nos pasamos toda la tarde en la chabola jugando a médicos y otros entretenimientos. La enferma era Mari Carmen, yo el médico, Felipe el practicante, Pedro y Gerardo los familiares. Parecía que Mari Carmen no tenía nada grave, pero si tenía un gran trancazo, con una gran fiebre que no le permitía levantarse de la cama, por lo menos hasta que la visitase el médico.

Pedro y Gerardo barrieron lo mejor que sabían la cocina y la habitación de la enferma, y limpiaron con jabón y secaron con un trapo blanco los cacharros que se habían amontonado en la fregadera.

Abre la boca, saca la lengua, le dije mientras le tomaba el pulso en la muñeca. Tiene una gran fiebre. Le oscultaré bien, no sea que tenga cogidos los pulmones. Quíitate el jersey, súbete la blusa, un poco más. Sin mirarle a la cara, le puse el aparato de medir la respiración en la espalda. Toma aliento, échalo… Lo que me temía tiene bien cogidos los dos pulmones, pero tranquilos con estas inyecciones pronto se curará. Cada día hay que ponerle una inyección, para bajar la fiebre le conviene beber mucho agua, y estar bien tapada en la cama, por lo menos los cuatro primeros días. También se le aplicarán durante cuatro días dos ventosas. No es grave, pero es mejor prevenir para que no tenga consecuencias.

Dos horas después apareció el practicante. Mientras hablaba con Pedro, puso la jeringa, y la aguja a hervir. Nada más ver la jeringa Mari Carmen se puso nerviosa. Date la vuelta, bájate las bragas, un poco más. Le dio dos palmadas en el culo, y de un golpe seco le clavó la aguja, poco a poco fue acabando el líquida de la jeringa.


Llegó la hora de la comida y de la siesta. Con la excusa de que el calor y el sudor era conveniente para la enferma el médico se convirtió en esposo, y uno junto al otro échamos la siesta.

A la hora de salida de la escuela, ya estábamos esperándolos. Al llegar a casa nos encontramos en el portal a nuestra madre. Algo había sucedido, ya que tenía muy mala cara. Cuando todavía no habíamos llegado nos comentó que el abuelo había fallecido. A los hermanos pequeños no nos dejaron entrar a verlo, los mayores pasaron delante de nuestra madre, y a la salida comentaron que parecía más joven, con la chapela y la cara resplandeciente. Aunque le dimos la pelmada a la madre para entrar a la habitación no nos lo permitió.

Pasados unos meses, el día después de Santa Lucia, Gerardo nos comentó que había oído en su casa que muy pronto iban a hacer las maletas y que se iban a trasladar a la ciudad. Esa misma tarde, sin perder tiempo, le pregunté a mi madre, si era verdad que la familia de Gerardo también se iba a ir del pueblo. Y mi madre me lo confirmo.

El año que viene, nada más pasar las navidades han decidido irse a la ciudad, me dijo sin darle excesiva importancia. ¿Pero que van a hacer con el abuelo y el tío soltero mayor que viven con ellos? Crescencio y Mauricio se van a ir con ellos. Ya lo tienen todo decidido y pensado.


¿Mamá, nosotros no nos iremos, verdad?

No te preocupes. Por lo menos estaremos aquí hasta que viva la abuela. Ama, gu ez gara joango, ezta?
Eso es lo que dice tu padre, y así se hará, ya sabes como es tu padre.

Me pareció que mi madre ponía como excusa al padre, pero que ella tampoco tenía ninguna gana de comenzar una nueva vida lejos de estas tierras. Y me siguió razonando que no veía a mi padre lejos de los animales y del monte. Tranquilo hijo, tu padre vive contento aquí y le costará mucho decidirse a dejar todo esto. N hay que ver más que el golpe que se ha cogido con la muerte del abuelo. Le va a costar mucho más de lo que parece abandonar el pueblo y las tierras. No os distéis cuenta que cuando se fue la familia de Tere es la primera vez que le había visto llorar a tu padre y que no fue capaz ni despedirse de su mejor amigo. Tu padre seguirá el camino de su padre, y morirá aquí.

Gerardo Luzuriaga

2008-12-17

Chiquillerias (II)

Egun batean aitona estulka hasi zen, estulka gero eta sakonagoa, neumoniak jota zegoen. Gauan sukar handia zeukanez, hurrengo egunean ohean gelditu zen. Gurasoak kezkatuta igarri nituen. Hurrengo egunean anaia zaharra goizeko seietan oinez sendagilearen bila abiatu omen zen, gu ezertaz konturatu ez baginen ere, nire anai-arrebak eskolara joan zirenerako etxean baitzegoen. Dena den, goiz horretan zeredozer sumatu nuen, anai-arrebak zarata handirik atera gabe iratzarri baitziren, sukaldean gosaltzen zeudenean haien zaratak esnatu baininduten. Pasiloa irteterakoan amak musu bat emanezeta oso goiz zela esanez ohera berriro bidali ninduen.

Beranduago, eguzkiaren errainuak pasiloan sartzen zirela, sukaldean Pedroren amaren eta beste emakume batzuen ahotsak entzutea iruditu zitzaidan, Sukaldean zeuden katilu kafe esne bana edaten. Aitonaren arnas saio bakoitza sukaldetik entzuten zen. Arnasa hartu nahian zebilen. Gosaldu ondoren, aitonarengana hurbildu nintzen, eskua hartu nuen, bi musu eman nion. Begiak distiratsuak zeukan, irrifarrea bota zidan, baita begiak ere itxi zituen une batean.

Bi saltoz kalera irten nintzen. Amaren oihukak kaletik entzun nuen. Bai, bai ama erantzun nuen ezer entzun, eta askoz gutxiago ulertu barik. Bai, bai ama, bazkaltzeko orduan egingo dut…Lgunak ikusi bezain pronto medikuak aitona osatuko zuela komentatu zidaten. Lagunak ere aitonaren osasunaz kezkatuta zeuden, honez gero jakitun baziren aiton-amonak hil ondoren gure familiak Tereren familiaren bidea hartuko lukeela. Horretan geundenean, goizeko hamaikak inguru entzun eta ikusi genuen karreteratik medikuaren motorra igotzen.

Gaur ondo lo egin du aitonak entzun nuen esaten amak aitari. Neumonia hobera doa. Egun horretan aitona askoz lasaiago zegoen, ohearen erdi-erdian izara eta manten azpian, ondo luzatuta. Harengana hurbildu nintzen, bi musu eman nion, baian ez zidan irrifarrea itzuli. Txabolan igaro genuen arratsalde osoa, medikutara jolasten eta beste gauza batzutara. Mari Karmen zen gaixoa. Ni medikua, Felipe erizaina, Pedro eta Alfredo familiakoak. Mari Karmenek ez omen zuen ezer larririk, baina gripeak jota, ohean gelditu behar zuen medikua etorri arte, kalentura baitzeukan.

Pedrok eta Alfredok sukaldea eta gaixoaren logela ondo erraztu zuten, harrian zeuden tresna guztiak jaboiaz garbitu ondoren trapu zuriz dena lehortu zuten.

Ahoa ireki, atera mingaina, esan nuen eskumuturreko pultsoa hartzen nuen bitartean. Sukar handia dauka, esan nuen. Ondo auskultatu behar dizut, birietako mina baztertzeko. Kendu jertsea, igo blusa, pittin bat gehiago, esan nuen Mari Karmenen aurpegiari begiratu barik. Arnasa neurtzeko aparailua bere sorbaldan jarri nuen. Hartu arnasa, bota… Birikak hartuta daude, baina injekzio batzuekin osatuko da, Pedrori eta Alfredori begira esan nuen. Egunero injekzio bat jarri behar zaio, sukarrak jaisteko ur asko edan behar du, ondo estalita eta ohean izan beharko du, lau egun behintzat, sorbaldan bi bentosa egunero jarri beharko zaio. Ez da larria, baina ondo zaintzea komeni da ondorioak ez edukitzeko.

Medikuaren bisita pasatu ondoren, prantikantea etorri zen, Pedrorekin hitz egiten zuen bitartean, sutan jarri zituen xiringa eta gainontzeko materialak. Mari Karmen xiringa ikusi bezain laster urduri jarri zen, begiak ere itxi zituen. Eman buelta, jaitsi kuleroak esan zion serio Felipek, pittin bat gehiago. Bi zaplada ipurmaisailan eman ondoren orratza golpe seko batez sartu zion, Polski-poliki xiringan zegoen likidoa ere sartu zion.

Bazkariaren ordua eta siestarena ailegatu zen. Beroa eta izerdia botatzea gaixotasuna osatzeko ona zen aitzakiaz sendagilea senar bihurtuta ondo estalita bata bestearen el karren egin genuen lokoluska.

Besteak eskola irten zirenerako, bostak bageunden eskola aurrean noiz irtengo zain. Etxera ailegatzean ama triste aurkitu genuen atarian. Ailegatu barik esan zigun aitona hil egin zaigu. Txoritxo bezala ihes egin zaigu. Anai-arreba txikiei ikustea debekatu zigun, handiak bere logelara, amaren atzetik sartu ziren. Oso dotore dago, txapela eta guzti, komentatu ziguten irtetzean. Aitona ikustea irrikitzen geunden, baina amak berriro debekatu zigun.

Egunak joan egunak etorri, eta ezustea berriro ailegatu zen, Beste egun batean, aitona hil zenetik lau hilabetera edo, Gerardok zurbil-zurbil komentatu zigun, atzo bere etxean entzun zuela laster hirira bizitzera joateko zirela. Arratsalde berean, denbora galdu barik amari galdetu nión, egia da Gerardoren sendia herritik joango direla?
Bai.
Datorren urtean, gabonak igaro ondoren hirira joatea erabaki dute. Baina aitonarekin, eta bere osaba zaharrarekin zer egingo dute? Krestzentzio eta Maurizio haiekin joango dira.

Ama, gu ez gara joango, ezta?
Ez maitia, ez. Lasai. Amama, hil arte behintzat, ez.
Zure aitak hori esaten du, eta horrela egingo du. Badakizu zein burugogorra da zure aita.

Iruditu zitzaidan amak aitaren aitzakia jartzen zuela hemendik inora ez joateko, ez baitzuen aita ikusten hiri batean bizitzen, hiriko lantegi batean sartuta, animaliarik gabe eta basorik gabe. Ezta bere burua ere.
Lasai maitia, aita pozik bizi da hemen, asko kostatuko zaio aldaketa hori egitea. Herri hau uzteko unean azkenetarikoen artean izango garelakoan nago. Ez zara konturatu zenbat sufritu duen, aitonaren hilketarekin. Beste gizon bat ezagutu dut. Umezurtz ikusten dut. Asko kostatuko zaio herria eta aitonaren lurrak abandonatzea. Ez zinen konturatu, Tereren familia autobusaren zain zegoenean, bizitzako lehendabiziko malkoak bota zituela, eta ez ginela izan gai agurtzeko ere hurbiltzen? Aitak bere aitaren hutsunea beteko du.

Gerardo Luzuriaga

Chiquillerías

El hijo mayor del pastor, que había llegado al pueblo hace unos meses, el que siempre andaba descalzo y con pantalones llenos de petachos, cogió una piedra y se la tiró a un gato negro tuerto, no antes de echar una mirada medio insultante y desafiante a los que estabamos al otro lado de la calle, el gato antes de que la piedra saliese de la mano de un salto se escondió en el zarzal junto al camino.

Nos encontrábamos los cinco niños del pueblo que teníamos menos de cinco años o recién cumplidos jugando al hinque en un lodazal de al lado del frontón, cuando de repente oímos el chirrido del carro de bueyes de Feliciano, que subía por la cuesta del carbón. Todos a una dejamos los hinques como estaban y nos dirijimos corriendo hacía el carro. Al pasar junto a nosotros Felipe, no sin realizar un gran esfuerzo, logró subirse al carro, y poniéndose a pie juntillas logró llegar a lo alto de las camportas, cogío cinco racimos de uvas, y uno a uno nos lo fue echando desde el carro. En un santiamén se tiró del carro, sin que Feliciano que iba delante de los bueyes se diese cuenta de nada.

Grano a grano fuimos dando con las uvas que habíamos robado. Cuando estábamos en esas se nos acercó la mujer de Feliciano a echarnos la bronca. Cualquier día de estos os va a suceder una desgracia, nos reprendió la mujer vestida toda de negro y que llevaba un pañuelo oscuro tapando el moño de la cabeza. Sin hacerle excesivo caso, nos encaminemos hacia la escuela a esperar a que saliesen los niños al recreo.


No pasaron más de cinco minutos cuando se oyeron las pisadas y las carreras de los niños escaleras abajo. Félix fue el primero en salir, como si dentro del recinto le faltase el aire para respirar, detrás venían todos, también los de nuestra edad. Estuvimos con ellos la media hora de recreo, y una vez que volvieron a subir las escaleras oscuras de la escuela, los cinco fuimos a intentar buscar los gatos recién nacidos a la casa de Pedro.


La casa de Pedro era grandísima. En la fachada principal tenía dos puertas de entrada, una para la casa y otra para el corral. Tenía tres pajares y otro corral contiguos a la vivienda, con puertas exteriores; pero que a su vez se comunicaban todas las dependencias desde la propia vivienda. A decir verdad, no sabíamos por donde empezar a buscar; ya que los gatos aunque normalmente vivían entre nosotros en las dependencias habitadas, a la hora de tener las crías buscaban los lugares más escondidos y fuera de nuestro alcance.

Probemos en el pajar donde se guarda la trilladora, dijo Pedro. Una vez atravesada toda la casa llegamos al otro extremo de la vivienda, tras una búsqueda de más de una hora por todos los rincones, nos dimos por vencidos, ya que antes de que nuestros hermanos llegasen a casa lo debíamos de hacer nosotros. Al salir a la calle nos dimos cuenta que nuestra ropa estaba completamente sucia, aunque intentamos sacudirnos los unos a los otros, a más de uno nos castigaron sin salir por la tarde.

Por lo menos llegamos a casa antes que nuestros hermanos. Nada más llegar comenzamos a realizar las labores cotidianas que teníamos asignadas antes de que llegase padre, llevar las vacas al abrevadero, limpiar las cuadras, bajar agua fresca de la fuente, traer la paja para las camas de las vacas, subir las berzas del huerto para los cerdos, a mí tocó poner la mesa. Para cuando llegó nuestro padre, ya estábamos todos en la mesa, también los abuelos, ya que nuestra madre los había traido de la sombra donde habían estado sentados casi toda la mañana.

Salimos todos de casa, bien peinados. Salí el tercero detrás del hermano mayor, a ver si pasaba desapercibido, y a la madre se le olvidaba el castigo que me había puesto antes de comer. Para entonces nuestra madre ya tenía la cabeza en otros asuntos.

Felipe, Gerardo, Pedro, Alfredo y yo seguimos buscando los gatitos. He andado vigilando a la gata, nos dijo Pedro, pero que sepáis que los gatos son bastante más inteligentes que las personas. Ya sabéis que como barrunten algo, son capaces de llevarse los cachorros al monte, me ha dicho mi padre que no es la primera vez que lo ha hecho. ¿Bueno, que os parece si miramos en el granero?

Era una gozada andar revolviendo en el granero de Pedro. Todos los graneros guardaban los secretos de las casas. Allí estaban bien guardadas las ropas viejas, camas antiguas, utensilios pequeños en desuso de la labranza, cencerros, collares... los chorizos y las morcillas colgadas en las latas, las tinajas de lomo y chorizo en aceite... allí también se guardaba el grano... También estaba el horno... Para cuando nos quisimos dar cuenta, los hermanos de Pedro ya habían llegado de la escuela, con lo que cada uno nos fuimos lo antes posible hacía nuestras casas.

Cuando llegué a casa, mi madre le dijo al hermano mayor, me ha parecido oír maullar a unos gatos recién nacidos en el rincón de la cocina vieja donde se guardan los sacos vacíos, al lado de la vieja alacena. Muy bien mama, le respondió nuestro hermano, en cuanto traiga la paja para los caballos me encargo de ello. Pasado un cuarto de hora, apareció mi hermano con un saco vacío de trigo. Cogió los gatitos, los metió en el scao y salió de casa. Le seguí de cerca, sin que me viese, siguió hasta el cementerio, dio la vuelta por fuera, se escondió en la parte de atrás del muro, para volver de nuevo cinco minutos después con el saco vacío de nuevo.

A las ocho y media de la mañana nos despertó nuestra madre. El que no vale para nada siempre dispuesto y el resto duerme que te duerme, murmuró mi madre al verme aparecer en la cocina. Venga, vete ahora mismo a la cama. !Qué vas hacer toda la mañana con este frío! Lavada la cara en la fregadera, el pelo bien remojado, y después de haber tomado un buen tazón de leche de cabra con sopas, y el pelo bien repeinado por nuestra madre salieron para la escuela todos los hermanos y hermanas.

¿Mamá cuando podré ir a la escuela?

El año que viene, cuando cumplas seis años.

¿Tienes muchas ganas, O qué?

No, no, que va.

Cogí las zapatillas, y sin atar salí corriendo a la calle, a la vez que le decía adiós a la madre. ¿Pero a donde vas tan temprano? Me gritó mi madre, cuando ya estaba en la otra esquina de la calle. Voy a llamar a Pedro. Ven aquí, todavía no estará ni despierto. En balde, ya no oía los gritos de mi madre, ya que para entonces había dado la vuelta a la esquina y había comenzado a subir la cuesta hacía casa Pedro.


Cinco minutos después ya estabamos compitiendo con los corronchos y los ganchos por las calles. Cualquier obstáculo – una piedra, un palo, una huella de caballo, vaca o cabra- era suficiente para que el aro se fuese al suelo, y tuviesemos que enganchar de nuevo el aro.


Por aquellos tiempos no pensábamos más que en nuestra chabola, todo el día andábamos de un lado para otro buscando aparejos para construirla. Aquel día también, como otros muchos se quedó al mando de la casa nuestra hermana mayor, y aunque no tenía más que 12 años y tenía que ir a la escuela, eran muchos los días que no podía hacerlo. Aquel día también siguió al pie de la letra lo ordenado por nuestra madre. Ayudado por el bastón y por nuestro hermano mayor sacó al abuelo al cobertizo, desde donde controlaba todo lo que ocurría en la calle. La abuela, como si notase la falta de su hija, aquel día andaba mucho más nerviosa que de costumbre, iba de un lugar para otro, repitiendo una y otra vez la misma frase. De vez en cuando se acercaba hasta la puerta del granero, la abría y ante la gran oscuridad que aparecía ante ella, volvía medio asustada de nuevo a la cocina.

Aquella misma tarde nos enteramao de que Tere y su familia se iban del pueblo para siempre a la ciudad. Aquel día la tristeza y la pena nos invadió. Yo no me quiero ir, nos comentó Tere con las lagrimas en las mejillas, pero nuestra madre nos ha dicho que en este pueblo no tenemos porvenir alguno, que en la ciudad estudiaremos y seremos alguien en la vida. ¿Pero qué nos falta aquí? Tenemos de todo, somos felices... Los cinco dejamos las vendas, las tijeras, el alcohol y el resto del material que teniamos entre manos para sentarnos alrededor de Tere e intentar consolarla.

La despedida y la marcha de Tere y su familia fue un gran golpe, y no creo que solo para nosotros. De un día para otro dejaron la escuela 6 niños de la misma familia. Anque no fue esta la primera familia que se iba del pueblo, nos dejó un gran vacío, que nunca se llenó. De aquel día en adelante, por lo menos para nosotros, el pueblo no fue lo mismo, aunque no fuese más que por que todos teníamos presentes que un día u otro nos podía ocurrir lo mismo, y desde aquel día vivimos y tuvimos que soportar ese miedo.

¿Mamá, también nosotros nos iremos del pueblo?, le pregunté al día siguiente.

¿Tú también quieres irte, o qué?

No, no.

Tranquilo, hijo, por lo menos hasta que vivan tus abuelos no nos moveremos de aquí. Si hasta aquel día había querido a los abuelos, y los había cuidado, de aquel momento en adelante sus molestias y su quejas fueron mi mayor preocupación. Todos los días en las oraciones de la noche rezaba por ellos y por su salud. De todas maneras, la abuela teía una salud de roble, aunque de la cabeza no andaba bien; pero el abuelo además de tener una edad muy avanzada, pasaba de los 85, su salud estaba bastante resquebrajada.

La despedida de Tere fue muy triste, en aquellos días se acercaron una gran cantidad de tratantes, se llevaron los cerdos, los primales y el caballo, a Feliciano le vendieron las dos vacas, el burro y la mayoría de las herramientas de labranza las compró el padre de Pedro, las gallinas y los conejos se las regalaron a un tío soltero que se quedó en el pueblo, las dos cabras se las quedó el pastor. Las camas y los muebles de valor los medio regalaron a un gitano de Logroño.

Tere cogió el autobús entre sollozos, el resto de los hermanos no parecía que estuviesen tan tristes. No se llevaron más que cuatro cajas de cartón y dos maletas hasta arriba atadas con cuerdas de atadora. Por lo que se ve todo lo que tiene valor en el pueblo en la ciudad no vale para nada, o algo así le quise entender a mi padre en una conversación con Feliciano. A tere, le regalamos una pequeña piedra de yeso que cogimos en la yesera de Ceferino. Se la guardó en la mano, mientras se le resbalaban unos lagrimones por la cara. Nos hizo prometer que cuidaríamos de Lur, su perro blanco. Desde aquel día no se separó de nosotros, nos seguía a todos los lugares donde íbamos. Sin embargo, por las noches desaparecía para ir a dormir donde lo había hecho hasta entonces, en un cobertizo delante de la casa de Tere.

Gerardo Luzuriaga

Umekeriak

Umekeriak
Artzainaren semerik zaharrenak, oinutzik eta fraka motz adabakiez zeramanak, harri bat begi bateko katu beltzari jaurti zion, katua harria eskutik irten baino lehen jaurti baten bidez sasien artean desagertu zen, ez ume multsoari begirada zorrotz eta mendikaria bota baino lehen.
Bost urte baino gutxiago edo bete berriak geneuzkan sei haur lokats gune batean makiletara jokatzen geunden. Denok batera jokatzeari utzi genion Felizianoren idi-gurdia entzun genuenean, lokatsatik erauzi genituen makilak eta amen batean Felizioanoren idi gorrizkoak gure aurretik igaro ondoren, Felipe esfortsu handiz gurdira igotzea lortu zuen, eta esfortsuz asko handiagoz justu ailegatu zen kanporta erraldoietatik bost mahats hartzera, banan-banan mahatsak eskuetara bata zizkigun. Di-da batean, gurditik jaurti egin zen, idi aurrean zihoana Feliziano ezertaz jabetu gabe.


Alez ale lapurtutako mahatsak jateari ekin geniola, Felizianoren emaztea hurbildu zitzaigun demanda egitera. Edozein egunetan atsekaberen bat gertatuko da herri honetan, beltzez jantzitako emakumeak murduskatu zuen. Kasurik egin gabe, eskolara hurbildu ginen, eskolan zeuden lagunak noiz irtengo zain. Egunero gindoazen eskolara ordu erdiko atsedenean neska-mutilekin jokatzeko. Haurrek eskaileretan behara irtetzen hasiz gero zarata kaletik entzuten genuen, Felix beti zen lehenengo irteteko, barruan aizea edukiko ez balu bezala; horren atzetik zetozen denak, baita gure adinekoak ere. Ezkila andereñoak jo bezain laster gurekin zeuden sei urteko neska-mutilak hilaran jarrita lehenengoak ziren eskolara sartzeko.
Lagunak kartzelan utzita, katukume jaio berriak aurkitzera abiatu ginen. Korrika Pedroren
Pedroren etxea handia zen. Aurreko partean bi ate zeukan, etxekoa eta ikuiluarena. Lau lastotegi itxatxita zeukan, bakoitza bere kanpoko atearekin. Barrutik eraikuntza guztiak komunikatuta zeuden. Ez genekien nondik hasi katukumeak bilatzen. Katuak normalki gure artean ibiltzen baziren, erditzeko garaietan lekurik ezkutuenetan gordetzen zituzten katukumeak; guk ez aurkitzeko.

Proba dezagun garia joteko makina gordetzen dugun lastotegian, esan zigun Pedrok. Etxe osoa zeharkatuz beste muturrera heldu ginen, bost urteko umeek aztertzen dezaten bezala. Ordu bete zulo guztiak miatu ondoren bertan behera utzi behar genion aurkikuntzari. Umeak eskolatik irten baino lehen etxean izan behar genuelako. Kalean irtetzean arropa zikin-zikina geneukala konturatu ginen. Ahalik eta hobien garbitzea saiatu arren, batzuei arratsalde osoan etxetik irten barik zigortu ziguten.

Anai-arrebak eskolatik ailegatu orduko, denok jarri ginen abian, beihak uretara eramateko, azpiak garbitzeko, ur fresko ekartzeko, lastoa eta azak prestatzeko, eta ni mahaia atontzeko. Aita etorri zenerako, denok geunden mahaian, baita aitona eta amama ere, amak kezpetik bi minutu lehenago ekarri baitzituen.

Ondo orraztuta hilaran joan ginen etxetik irteten, badaezbada, hirugarrena atera nintzen, anaia zaharrenaren atzetik, ea ama ez zintudan ikusten eta goizeko jarritako zigorraz ahaztuta zebilen. Ama ordurako buruan beste leku batean zeuden.

Enparauak eskolan sartu orduko Felipe, Gerardo, Pedro, Alfredo eta bostak katukumeak bilaketara bueltatu ginen. Zelatan ibili naiz, esan zigun Pedrok, baina katu emea ni baino azkarragoa izan da. Dena den, jakin ezazue arrisku gutxiagorik sumatuz gero katu eme hori gai dela katukumeak basoetara eramateko. Aitak esan dit ez dela izango lehenengo aldiz horrela egin duela. Dena den, goazen ganbarara ea aurkitzen dituztegun!

Plazerra zen Pedroren ganbaran ibiltzea, atsegina zen edozein ganbaratan ibiltzea. Hor zeuden etxeko lanabes txikiak, arropa, oheak, labea, txorizo eta odolosteetako habiak, solomoetako treskak, sakuak, garia, artua, garagarra… imajinatu dezagun edozein tramankulu han zegoen. Nire etxekoarekin konparatuz halako hamar zegoen… Konturatu ginenerako Pedroren anai-arrebak eskolatik etorritakoak ziren. Biztu bizian bakoitza gure etxera abiatu ginen…

Sukalde zaharreko txoko batean, arasa ondoan katukume jaio berrien miaukak entzutea iruditu zait, esan zion amak anaia zaharrenari. Ederki lastoa ekarri bezain laster arduratuko naiz. Ordu laurden barru, azaldu zen anaia gari saku huts batekin, hartu zituen katukumeak eta saku barruan sartu ondoren irten zen etxetik. Hurbiletik jarraitu nuen, hilerri parean gelditu zen, hilerriari buelta eman zion, kanpoko atzeko horman ezkutatu zuen, bost minutu han ibili zen, saku hutsekin bide berberatik etxera
Goizeko zortzi eta erdietan amak esnatu gintuen. Ezerk balio ez duena beti prest eta gainontzekoak lotan. Hara, bueltatu oraintxe bertan ohera. Zer egingo duzu goiz osoan hotz honekin! Harrian aurpegia uraz garbitu, ilea ondo bustita, katilu ahuntz esne bana gosaldu ondoren, amak ilea ondo orraztuta eskolara joan ziren nire anai-arrebak.
Ama noiz joango naiz eskolara?
Datorren urtean, 6 urte beteko duzunean.
Gogorik daukazu hala?
Ez, ez.
Zapatilak eskuetan atetik agur esan nion amari. Baina noroa zoaz hain goiz? Galdetu zion amak Tereri, kaleko atean zegoenerako. Pedro Deituko dut. Etorri ona! Oraindik ez da esnatuta izango! Alferrik, Tere ez zuen entzun amaraen erretolika, honez gero izkina eta aldapa behera hartuta baizeukan.
Bost minutu beranduago aldapa gora geunden bostan uztaiarekin, kale osoa hartuta, norgeihagotan. Edozein oztopo aurkituta - harriren bat, makilaren bat, zaldien edo gehien arrastoak- nahikoa zen oreka galtzeko, eta uztaia gakotik bereiztuta edukitzeko.


Garai hartan txabola berrian baino ez geneukan burua, txabola apaintzeko trasteak jasotzen eman genuen bolada horretan. Beste egun batzuetan bezala, egun horretan ere ahizpa zaharra ez zen joan eskolara. Etxea eta etxeko animaliak gobernatzen gelditu zen. Ahizpak hitzez hitz bete zuen amak esandakoa. Aitona hartu zuen sukaldetik eta makila lagun kaleko aterpera eraman zuen. Amonaz arduratu zen, amona egun horretan beste egun batzuetan baino urduriago zebilen, leku batetik bestera, esaldi bera behin eta berriro errepikatuz. Noizean behin ganbarako ate zaratatsua irekitzen zuen, baina iluntasunaren aurrean berriro sukaldera itzultzen zen.
Arratsalde horretan enteratu ginen Tere eta bere familia betiko hirira bizitzera joango zirela. Aurpegian eta gorputzan tristura sartu zitzaigun. Nik ez dut nahi joan esan zigun Terek, baina amak esan digu herri honetan etorkizunik ez dagoela, hiritan ondo ibiliko garela. Baina zer falta zaigu ba! Denetik daukagu... Bostak bertan behera utzi genituen, bendak, artaziak, alkohola, eta gainontzeko materiala eta Tereren inguruan eseri ginen kontsolatzeko asmoz.
Tere eta bere familliaren herriko ihesa golpe handia izan zen. Egun batetik bestera eskolatik 6 haur batera joan ziren. Tere ez bazen ere herritik zihoan lehendabiziko sendia, bere galera hutsune handia izan zen. Egun hortatik aurrera herria ez zen berdina izan. Tereren familiak hartutako bidea gogoan geneukanez, batez ere haurrak horren beldur geunden.

Ama, gu ere egun batean herritik joango gara?

Hori nahi duzu, hala?

Ez, ez.

Lasai, lasai umea, aiton-amonak bizi arte hemendik ez gara mugituko. Egun hori arte aiton-amona maite banituen, eta zaintzen banituen, egun hortatik aurrera haien ondoezak eta kezkak nireak izan ziren. Gaueko otoitzetan egunero eskatu nuen aiton-amonen osasunerako. Herrian gelditzeko itxaropena haiengandik baitzegoen. Amonaren osasuna ona zirudien, burutik sano ez izan arren.

Tereren agurra triste izan zen, tratulari ugari etorri ziren, eta txerriak, txerrikumeak eraman zituzten; Felizianori bi behi saldu zizkioten; astoa eta lurra lantzeko tresna gehienak Pedroren aitak erosi zituen; oiloak eta untziak osabari oparitu zituen; bi ahuntz artzainari saldu zizkion. Oheak eta altzairu batzuk Logroñoko ijitu bati ia-ia oparitu zizkion.

Tere negarrez eta sotinka hartu zuen autobusa, gainontzeko anai-arrebak ez zirudien hain goibel. Bi maleta, eta lau kartoizko kutxa baino ez zituzten eraman. Herrian erabiltzen dituztegun tresnak eta tramankuluak hirietan ezertarako ez dituztela balio, antza. Tereri, oroigarri gisa harritxo txiki bat oparitu genion.

Lur txakurra lauron artean zaintzeko konpromisoa hartu genuen. Leku guztietara gurekin zetorren, gauan berriz, betiko lekuan egiten zuen lo, Tereren etxe aurreko aterpe batean.

Gerardo Luzuriaga

2008-12-02

Lizarraldea

Lizarraldea (III)
Curioso es el documento encontrado en Eraul del año 1564 donde se invita a la boda de unos recién casados. Señora Maria de Urbizaldea, ezkonzenzagu ezteietara mersede, egiguzu etorri zeru lehenbizikoa, Mikolau bigarren, J. Frantsizka andrea iru, Babola laugarrena, Mariana alabazaldeko.

También en Barbarín se conserva un documento de 1576 donde una madre llora la muerte de su hija. Ai ene alaia erraz galdua!

Se tiene constancia por lo que expresan los vecinos de Abarzuza, que por lo menos la parte más humilde del pueblo hablan en euskera por el año de 1592.

Igualmente sabemos que en el año de 1600 los vecinos de los pueblos iban a confesarse a Villatuerta, ya que en este pueblo el cura era euskaldun.

Más que curioso es el registro de ciudades, villas y lugares fechado en 1587 donde se establece la frontera lingüística de Tierra Estella en la línea que une Acedo, Mendilibarri, Aiegi hasta Oteiza, excluyendo ya a Lizarra (Estella). Este documento es importantísimo, ya que por un lado, nos hace ver que los pueblos de Acedo, Ancín, Mendilibarri, Murieta, Iguzquiza, Aiegi y Oteiza son euskaldunes totales, ya que señala que Estella queda excluido de la zona vascófona, cuando existen miles de testimonios que por estas fechas en Estella se hablaba euskera, aunque ya no era la lengua principal, con lo que se supone que en el resto de pueblos citados y de ahí para el norte los habitantes de esos pueblos eran euskaldunes en un 100%. En Estella aparece abundante documentación durante estas fechas y también en siglos posteriores donde los vecinos se quejan de que los curas de sus parroquias no conocen la lengua vasca, con lo que se sienten desatendidos, y en la mayoría de los casos logran echar al cura para traer a otro que conociese la lingua navarrorum.

El año de 1613 en Guriguillano se da el caso de que ninguno de los dos esposos cuando fueron a contraer matrimonio conocían el castellano.

Interesante es el libro publicado en Iruña (Pamplona) en 1735 Apezendako dotrina uscaras de Francisco Elizalde (1646-1733) donde se puede ver la historia del euskera en Tierra Estella.

Como véis existe una gran cantidad de testimonios y documentos escritos donde reflejan que estos pueblos de los alrededores de Estella, y que hasta en la propia Estella la lengua vasca era la origina.

Lizarraldea (IV)

El siglo XVIII es decisivo para la pérdida del euskera en nuestra zona. Como ya hemos mencionado anteriormente Estella desempeña un papel determinante en el proceso de recesión. No hay más que ver el escrito del cura de Larrión de 1723 donde compara la situación de Larrión y Eraul y comenta que en Larrión los vecinos van tomando la costumbre de hablar en castellano, principalmente porque tienen una relación comercial más estrecha con Estella. En Larrión se hacen ladrillos, tejas, ropas… que se comercializan en Estella, por lo que la relación de este pueblo es mucho más estrecha que la del resto con los estelleses.

Aparte de esta circunstancia, a principios del Siglo XVIII se construyen las escuelas y se escolariza en castellano, a la vez que se comienza a traer curas de fuea que no conocen la lengua vasca. Sabido es que Iratxe ostentó el patronato de muchas iglesias de estos pueblos, y la gran presión que ejerció este Monasterio para poner curas castellanos en los pueblos.

A pesar de ello en este siglo XVIII el euskera sigue siendo la lengua de muchos de los vecinos. En Galdeano se lee una sentencia el año de 1703 en castellano y en euskera, ya que en castellano no la entendían.

A principios de siglo, es cuando en Eraul llevan por primera vez un cura que no conoce la lengua vasca. Como ya hemos citado anteriormente, Arbeiza es uno de los pueblos que primero aparca la lengua navarrorum, en 1723 según un documentos ya no quedan familias euskaldunes en Arbeiza.

Amescua y Valle de Lana, tal vez por lo apartado de los dos valles, la lengua vasca sigue siendo la lengua normal de sus habitantes. En 1723 se sigue hablando la lengua vascongada, pero también el castellano es corriente, por lo que los hombres y mujeres de estos valles ya conocen ambos idiomas, a pesar de que en este mismo año de 1723 sabemos que en Eraul siguen quedando muchas familias que sólo eran capaces de explicarse y entenderse en vascuence.

En 1750 Ekala, Bakedano siguen siendo euskaldunes, como demuestra el juicio entre una moza de 18 años ( Catalina Martínez) y su pretendido, donde la sentencia se tiene que notificar en euskera, pues Catalina no conocía el castellano.

Lizarraldea (Eta V)
Lehenik eta behin Jabier agurtu, eta eskertu. Bertakoa ez izan arren, abizenak salatzen zaituzte. Naparra zara, nahiz eta herrian ez jaio. Sería interesante que los vecinos de todos estos pueblos donde se ha perdido la lengua vasca, primero se enterasen de la realidad, segundo que fuesen conscientes de ello, y tercero que hiciesen todo lo posible porque la lengua vasca se recuperase de nuevo. ¡Parece mentira, qué fácil se pierde una lengua, y lo que cuesta recuperarla! Y más cuando la administración, los gobiernos no tienen gran interés en que eso ocurra. ¿Si no como se puede entender que gran parte de todos estos pueblos, que hasta hace 200-300 años justo eran capaces de entenderse en castellano, no hayan sido enmarcados dentro de la zona vascófona o por lo menos, en el peor de los casos en la zona mixta? Un error y un atropello. Pero como siempre digo, poco a poco cada vez estamos mejor informados, poco a poco van saliendo las noticias, se van recogiendo datos de los archivos y HOY SABEMOS QUE MUCHOS DE NUESTROS PUEBLOS ERAN EUSKALDUNES HASTA NO HACE MUCHO.
Ya lo he repetido alguna otra vez, pero lo vuelvo a comentar por lo interesante. Es curioso que aparezcan en los archivos de nuestros pueblos, de Estella escritos en euskera, tiene mayor importancia de la que parece. He investigado en los archivos de la zona de Bergara, Arrasate, Oñati, y no creáis que aparecen tantos escritos en euskera. La lengua escrita, la lengua culta y oficial tanto en Navarra como en Gipuzkoa por estos siglos no era otra que la castellana, por lo que qué aparezcan estas referencias en Navarra quiere decir que existía una gran preocupación por la lengua vasca.
Sin embargo, el siglo XIX, es el momento crucial, el retroceso había comenzado en siglos anteriores; pero es ahora cuando se olvida por completo el euskera. En Estella, saabemos que ya en 1842 no hablan vasco más que algunos viejos venidos de los pueblos cercanos... El Siglo XX, sin embargo es el siglo de la recuperación. Y esta recuperación viene de la mano de los estelleses. Es en Estella donde surge un grupo de personas preocupadas por la lengua vasca. No es cuestión en este momento de detenernos en los detalles, tiempo habrá. Tan solo mencionaré un hecho que dio la vuelta a la situación lingüística la compra del antiguo colegio de los Escolapios, para crear la IKASTOLA. Si en otra época Lizarra fue la causante de la pérdida del euskera en los pueblos de los alrededores, en este caso es Lizarra el motor de su recuperación.